HÁBLAME MARÍA DE JESÚS

HÁBLAME, MARÍA

Háblame, María, de Jesús,
nadie me puede hablar de Él como tú.
Háblame de tu hijo, de tu Dios,
háblame, háblame.
Háblame, María, de Jesús,
cuando estás de pie ante la cruz
acogiendo el nacimiento de otros hijos,
de tus labios brota un nuevo "hágase".

1. Te hablaré de aquel momento en que el Ángel me anunció
que de mí nacería el Mesías, Salvador.
Te diré que al abrazar entre mis manos al Señor
abracé su Voluntad, le entregué mi corazón.
Quiero hacerte comprender por qué en silencio y humildad
quiso Dios acercarse y al hombre salvar.
2. Te hablaré de su niñez, su despertar, su juventud,
te haré ver sus sentimientos, sus deseos, su inquietud.
Fue creciendo su amor hecho de gestos sencillos,
siempre dio felicidad olvidado de sí mismo.
Y en su conciencia maduró su ser Hijo de Dios,
seguí de lejos sus pasos cuando el amor predicó.
3. Grande fue mi sufrimiento porque el mundo no entendió
que Aquel a quien condenaba fue juzgado porque amó.
Quise haber muerto por Él, pero Yo necesitaba
de su vida y salvación, de su sangre derramada.
Ante mi Hijo muerto en Cruz Yo también puedo decir
con esperanza en el alma: "Me amó y se entregó por mí"

Háblame, María...
De tus labios brota un nuevo "hágase".

NOS PREPARAMOS PARA CELEBRAR EL DÍA DEL LIBRO


NANA  DE LA CEBOLLA

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre    
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchaba de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.
MIGUEL HERNÁNDEZ
miguel-hernandez-1Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 30 de octubre de 1910 – Alicante, 28 de marzo de 1942) fue un poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX. Aunque tradicionalmente se le ha encuadrado en la generación del 36, Miguel Hernández mantuvo una mayor proximidad con la generación anterior hasta el punto de ser considerado por Dámaso Alonso como “genial epígono” de la generación del 27. 
La Nana de la Cebolla, fue un poema escrito en 1939, durante la Guerra Civil Española. Miguel Hernández compuso esta “Nana” en la cárcel, en septiembre, tras ser detenido por su activa militancia durante el conflicto. El poema lo escribió tras recibir una carta de su esposa, en que esta le habla de los dientes que le han salido ya a su hijo y de la penuria en que vive, hasta el punto de que la madre solo tiene para comer pan y cebolla. Miguel Hernández le envió el poema a su esposa e hijo, acompañado de una carta que decía “El olor de la cebolla que comes me llega hasta aquí, y mi niño se sentirá indignado de mamar y sacar zumo de cebolla en vez de leche. Para que lo consueles, te mando estas coplillas que le he hecho” (Leer carta completa aquí: http://mhernandez.narod.ru/1939.htm). Este poema cierra el Cancionero y romancero de ausencias, que el autor empieza en la cárcel, en trozos de papel higiénico, en 1938, y que se publicó en Buenos Aires, Argentina, después de su muerte en Alicante; está compuesto por seguidillas, y son versos concisos, rápidos y directos, para dar espontaneidad, como si hubiera sido precipitado, sin haberlo meditado demasiado, y con el objetivo de captar la atención del lector.
(Información tomada de...)
La vinculación de Miguel Hernández con la provincia de Jaén se remonta a dos acontecimientos trascendentales en su vida. El primero, cuando por su condición de responsable de información del Gobierno, durante la Guerra Civil fuera destinado en el frente de Jaén como comisario de cultura para dirigir el periódico Altavoz del Frente Sur. Y el segundo, porque su esposa, Josefina Manresa nació en Quesada (Jaén), aunque conoció al poeta en la localidad alicantina de Orihuela. 
Además, fue durante ese periodo de estancia en Jaén cuando escribiera algunos de sus poemas más señalados contenidos en su libro “Viento del pueblo”, y desde luego uno de ellos, “Aceituneros”, que con los años se ha convertido en una manera de entender y de identificar con gran profundidad la condición de los hombres y mujeres de Jaén, que con su difusión durante el último tercio del siglo XX por los cantautores, se asoció afectivamente con el pueblo jiennense. Tanto que “Aceituneros”, ha dado letra al Himno oficial de la provincia de Jaén.





VIERNES SANTO